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Es egoísmo y no Patria

A lo largo de estas últimas semanas, no hay día que pase sin escuchar una expresión tan abstracta para mí como desconocida hasta la fecha: la de 'la marca España'. Parece que es el pretexto, la excusa y la razón de todo en este país que se nos cae a pedazos, no por falta de patriotismo, sino por exceso de egoísmo. 

La patología que sufre España no es el independentismo de ciertas autonomías. La enfermedad de este país son sus políticos. Personas que son capaces de dormir por las noches después de votar para que no se les bajen los sueldos, mientras fuera del Congreso miles de ciudadanos claman contra los recortes. Personas que prefieren resquebrajar el sistema sanitario, empeorar una educación que ya de por sí era deficitaria, cargar a la población con impuestos y obligar a todos nuestros jóvenes a emigrar, antes que tocar la estructura del Estado: el verdadero agujero por el que se escapan los millones que, por ser de todos, terminan por no ser de nadie.

Ignoro qué pasará con Cataluña, y la verdad es que me importa poco. Si sus ciudadanos decidieran por mayoría que quieren independizarse de España, no encuentro razones por las que no debieran hacerlo, siempre y cuando cuadren las cuentas antes de dar el paso.

Otra cosa es lo que yo considere más favorable para los intereses de todos, tanto a medio como a largo plazo. Y es que defiendo, como leyera un día en 'España Invertebrada' de Ortega y Gasset, que es en un proceso de incorporación de territorios y no de desintegración donde reside la verdadera fuerza. Ya lo anotaba Mommsen al explicar el ascenso y el poder de Roma: La historia de toda nación, y sobre todo de la nación latina, es un vasto sistema de incorporación.

Cuando este sistema falla, cuando no se sabe gestionar o mantener (por motivos que darían para varios post), aparecen las grietas. Y volviendo a Ortega, me gustaría recordar que la historia de una nación no es sólo la de su período formativo ascendente: es también la historia de su decadencia. Y si aquella consistía en reconstruir las líneas de una progresiva incorporación, está describirá el proceso inverso. La historia de la decadencia de una nación es la historia de una vasta desintegración.

Por eso quienes durante años se han despreocupado del proceso de incorporación o de la mera unidad, ahora se echan las manos a la cabeza y recitan como un disco rayado la necesidad de preservar la 'marca España' y la grandeza de la Patria. No recuerdan que son ellos quienes la han hundido entre el despilfarro del dinero público, la corrupción a manos llenas, el enchufismo y la creciente brecha que se está abriendo entre los propios españoles, entre una izquierda y una derecha que habían desaparecido, pero que tantos se empeñan en resucitar.

http://www.eldiario.es/politica/lejos-cerca_10_50144986.html

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