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El jardín del vecino

Existe un proverbio árabe que dice: “Da al tonto mil inteligencias y solo querrá la suya”. No sé si tendrá algo que ver con la naturaleza del ser humano o solo con la de determinados individuos, pero cierto es que quienes más carencias acumulan, más orgullosos se sienten de sí mismos. Y, cuando no se inspecciona dentro, porque todo se intuye impecable, ¿qué es lo que se hace? Otear alrededor…
Lo explica muy bien un texto de Paulo Coelho que lleva por nombre “Contemplando el jardín ajeno” y que dice lo siguiente: “Comenzamos a plantar el jardín de nuestra vida y, cuando miramos al lado, reparamos en que el vecino está ahí, espiando. Él es incapaz de hacer nada, pero le gusta ofrecer ocurrencias disparatadas sobre cómo sembramos nuestras acciones, plantamos nuestros pensamientos, regamos nuestras conquistas”. Y, al menor despiste, ahí está el vecino, haciendo lo posible para que toda la calle se entere de que cometemos errores, que nuestro jardín tiene sus defectos. 
Pero quien mucho mira alrededor, poco trabaja en uno mismo… “El tonto al que le encanta ofrecernos opiniones disparatadas sobre nuestro jardín nunca cuida sus plantas”.

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