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De los prejuicios

Hay demasiada gente que no es capaz de ver más allá de los prejuicios: de los simples, cómodos y fáciles prejuicios.

Simples: porque no indagan en el interior de las personas, en su trayectoria de vida, en su forma de pensar, en su carácter, y en lo que es quizás más importante, en el porqué de su manera de actuar, en el trasfondo de su personalidad. Las cosas no son tan sencillas, tan objetivas como a menudo queremos hacernos creer. La ley de la relatividad no es sólo aplicable al ámbito científico.

Cómodos: porque estancarte en lo superfluo te evita razonar, inspeccionar. La comodidad te ahorra las molestias de conocer a la otra persona y de ponerte en su lugar, lo cual, inevitablemente, requiere su tiempo, por no hablar de las dosis obligatorias de paciencia, respeto y comprensión. Sin duda, demasiado esfuerzo… Archivar a las personas a la primera de cambio dentro de un álbum de cuatro hojas es mucho más sencillo y reparador a la hora de limar asperezas con una autoestima resentida.

Fáciles: lo dicho. Una cabeza que no razona no da para más, responde al modelo de análisis estímulo-respuesta. No sabe que en ese guión habita todo un mundo. No se plantea ni por asomo que el carácter contiene elementos que vienen dados desde el mismo momento de nacer pero también recoge otros obtenidos por nosotros mismos, por lo que hemos vivido y lo que nos ha marcado más o menos con el paso de los años. Que detrás de un simple gesto hay toda una vida escondida, que hay sonrisas que lloran y lágrimas con máster en interpretación, que la seguridad aparente es la cota de malla del más tímido y la supuesta prepotencia encierra muchas veces la más introvertida marginación.

No queda mucho que decir, pues la misma palabra nos aclara su significado: pre-juicio, o lo que es lo mismo, anterior al juicio, a la madurez de las ideas, a la comprobación de las mismas. Quien se queda ahí se pierde la parte más importante de la asimilación, la más sincera por lo menos… Pero claro, también la más difícil.

En fin, qué les vamos a pedir.

Los prejuicios son la droga de los incompetentes.


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